Cuando tenía más o menos tu edad, para mí la guerra era cosa del pasado, de un pasado lejano relatado en los libros de historia, algo que le había pasado a otras personas. Personas en su mayoría sin nombre y sin rostro.
La guerra era una película o un juego , interrumpido por el llamado de mis amigos invitándome a jugar a la pelota o andar en bici.
Años más tarde aprendí que la guerra no es nada de eso...
Aprendí que los soldados tienen un rostro, un nombre, una historia más allá de las batallas, tienen además familias, amigos, novias y sueños.
Aprendí que nada se logra con la violencia y las armas; y que las heridas que produce la guerra no sólo lastiman el cuerpo sino también el alma.
Aprendí que lo mejor que nos puede pasar es vivir en paz, que es mucho más que lo contrario a la guerra; es vivir en un país con justicia, igualdad, solidaridad, respeto... Un país donde se pueda aprender, crecer y desarrollarse como persona plena.
(Extraído del discurso de un docente)
La guerra era una película o un juego , interrumpido por el llamado de mis amigos invitándome a jugar a la pelota o andar en bici.
Años más tarde aprendí que la guerra no es nada de eso...
Aprendí que los soldados tienen un rostro, un nombre, una historia más allá de las batallas, tienen además familias, amigos, novias y sueños.
Aprendí que nada se logra con la violencia y las armas; y que las heridas que produce la guerra no sólo lastiman el cuerpo sino también el alma.
Aprendí que lo mejor que nos puede pasar es vivir en paz, que es mucho más que lo contrario a la guerra; es vivir en un país con justicia, igualdad, solidaridad, respeto... Un país donde se pueda aprender, crecer y desarrollarse como persona plena.
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